miércoles, 16 de noviembre de 2011

ORACIÓN DE UN ATEO MIGUEL DE UNAMUNO

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.

2 comentarios:

  1. Hola Emilio:

    conocía el poema y no está mal, ¿verdad? Acompaña tus textos de algún comentario, como una especie de introducción o algo por el estilo.

    Espero que coloques más textos interesantes y bellos.

    Un saludo,
    Antonio

    ResponderEliminar
  2. me encanta este texto porque en el unamuno refleja la verdad del cristianismo, porque tiene razón cuando dice "sufro yo a tu costa", porque como es una creación de nuestra mente los de verdad estan tristes so ellos no dios, dios no sufre, segun ellos juzga a las personas antes de entrar en el cielo, pero ¿ quien es dios para decidir que es lo justo o lo injusto, si no existe?

    ResponderEliminar